2. Una breve historia sobre ti como fundador del proyecto
Nací en Castell de Ferro, un pueblo de la costa granadina (España), soy de familia de pescadores. Mi familia tiene una traíña, es un barco de cerco, pertenece al puerto de Motril. Nací en el seno de una familia sencilla, humilde y de la mar. Mis condiciones físicas (desde los 18 meses padezco de polio) hacían que el espacio en el que me movía era muy reducido: la puerta de mi casa y poco más … Yo apenas si podía caminar y continuamente ‘andaba por el suelo’ con las consiguientes heridas en las rodillas. Muy a pesar de los sabios consejos de mi madre y de mi abuela Ana, que no saliera de la casa, yo solía escaparme e iba a todas partes arrastrándome por el suelo, pero siempre dentro de unos límites. Siempre he sido una persona muy vitalista. Pero mis condiciones físicas se iban deteriorando y las piernas se me atrofiaban y mis padres decidieron llevarme a Granada a operarme. Durante dos años estuve hospitalizado en la Clínica San Rafael, con los hermanos de San Juan de Dios en Granada (Hospital de los pobres), de quienes guardo un excelente recuerdo, cuando volví al pueblo mi recuperación era extraordinaria, tanto que incluso jugaba de portero de futbol… Empecé a ir a la escuela a los 9 ó 9 años y medio…Mi madre me metió en la escuela de la Venta de Lújar (una escuela rural), mis hermanas estaban yendo allí y mi madre habló con doña Emilia, que era como se llamaba la maestra, y durante cerca de dos años estuve yendo a esa escuela. Aquí fue donde lo aprendí casi todo, la maestra andaba empeñada en que tenía que estudiar, y me presentó al examen de ingreso a bachiller en el Instituto Padre Suarez de Granada y aprobé. Y después le dijo a mi madre que me iba a presentar a un examen de beca y también aprobé. Y en un par de años me vi de nuevo en Granada, ahora interno en el colegio del Ave María. Recuerdo el Ave María con mucho cariño. Fueron unos años maravillosos. Todos mis estudios se hicieron con beca del PIO (Patronato de Igualdad de Oportunidades). Estudié Magisterio y el Plan de Estudios de esos momentos permitía que los 3 mejores expedientes académicos pasaran directamente al Cuerpo de Profesorado como funcionarios. Yo el verano que terminé mis estudios me fui a mi pueblo todo feliz, había terminado mi carrera, sabiendo que en septiembre me incorporaría a una escuela como maestro. En mi familia había mucha felicidad. Sin embargo, en julio recibió mi madre una carta en la que se decía que por estar cojo (por ser ‘inútil’ decía exactamente) no podía acceder al cuerpo de funcionarios. En mi casa se produjo un gran desgarro familiar. Y mi padre fue a la Comandancia de Marina de Motril o quizás fuese a la Cofradía de Pescadores a contarle lo sucedido y allí le dijeron que había unas becas Salario y que con mi expediente la solicitara. Así lo hicimos y en septiembre nos llegó una carta que decía que se nos había concedido la beca salario. Y de nuevo me encuentro en Granada, ahora estudiando Filosofía y Letras. Dos años después continuaría mis estudios de Pedagogía en la Universidad Complutense de Madrid…
Terminé mis estudios y me habían prometido que si terminaba ese verano la Tesina podría entrar en el Departamento de Teoría de la Educación. La terminé y la defendí en septiembre, pero no me dieron el puesto de trabajo. Y tuve que buscar trabajo fuera de la facultad. Escribí 52 cartas y me llamaron de Alcalá de Henares. Me entrevistaron y me eligieron y me encuentro trabajando de maestro en un colegio de Educación Especial (años 1977). Nada de lo que había estudiado o poco de lo que había estudiado me fue útil… pero tenía muy claro que yo iba a educar a las 14 personas que convivían conmigo muy a pesar de tener el síndrome de Down. Y lo hice. Fue mi tesis doctoral. Estas personas me hicieron doctor en Pedagogía en 1981. También fui contratado como profesor ayudante en la Universidad Complutense y cuando leí mi tesis me vine a Málaga como profesor Adjunto Interino…. Pues bien, lo que deseo decir es que muy a pesar de mi origen muy humilde, de familia pobre y de la mar, y de mis condiciones físicas he llegado a ser catedrático de universidad. Cualquier persona puede llegar donde quiera, bueno, si lo dejan y tiene oportunidades para ello.
Personalmente pienso que he sido una persona muy afortunada, os diré más, el hecho de ‘estar cojo’ no ha sido una desgracia para mí, sino que fue la gran oportunidad para llevar la vida que llevo, si no hubiese sido así, hubiera sido pescador, como mis hermanos o como mis sobrinos o quizás zapatero (durante un tiempo estuve trabajando con Joaquín el zapatero de mi pueblo), pero nunca catedrático de universidad. Por eso no olvido de donde provengo ni mi compromiso con las personas y colectivos más desfavorecidos de la sociedad”
Y añado algo más:
En los años setenta cuando era maestro en un centro de Educación Especial en Alcalá de Henares les propuse a las familias y al profesorado del centro que me gustaría hacer mi tesis con un grupo de personas con síndrome de Down, porque en los meses que llevaba de maestro con ellos observaba que esos niños y niñas no se comportaban como ‘deficientes mentales’ (que era una de las maneras como se les denominaban) y, sin embargo, en sus informes ponía que eran deficientes mentales. A mí me gustaría investigar si la deficiencia mental es una condición de las personas con síndrome de Down o ésta se produce por la carencia de relaciones sociales o porque éstas se producen de manera defectuosa. Esta propuesta mía tuvo varias fases de dudas hasta que al final fue aceptada por mi director de Tesis y pude investigar durante 3 años, del 1978 al 1981, cómo las personas con síndrome de Down con una metodología apropiada pueden desarrollarse cognitiva, afectiva, social y culturalmente.
Les cuento que cuando yo les hacía la propuesta a las familias yo no tenía un cuerpo teórico en el que basarme, sino que, efectivamente, tenía intuiciones, conjeturas, pero tenía que descubrir los fundamentos si quería actuar científicamente, y no podía basarme en mi experiencia solamente… Comento también todas las peripecias que pasé con las familias, con el profesorado y con mi director de Tesis para convencerles de que, aunque partía de conjeturas sobre las personas que había en mi clase y que estaban definidas como deficientes mentales yo quería buscar un modelo de intervención científica que justificara mi práctica…
Bueno ya saben algo más de mi… Ahora estoy jubilado y durante tres años he sido reconocido como Profesor Emérito, si doy clase es porque el departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Ciencias de la Educación me ha nombrado Profesor Colaborador Honorario y de este modo sigo disfrutando con mis estudiantes. Siempre bajo el siguiente principio: en esta clase nadie tiene la verdad, ni vosotros ni yo, todos somos buscadores de verdad; pero debemos ser rabiosamente respetuosos con los demás. Hay que respetar siempre a las personas, pero las ideas, desde mi punto de vista, se debaten. Nadie tiene la verdad absoluta. El respeto es la norma de convivencia humana más universal. Esta clase, como he dicho es para pasarlo bien, muy bien, requetebién y no para pasar un mal rato. Vendremos a clase sabiendo que nos espera un grupo de amigos y amigas con quienes vamos a debatir y a reflexionar juntos, tomándonos un cafelillo, sobre problemáticas y temáticas relacionadas con la la necesidad de construir una escuela sin exclusiones como paso previo para construir una sociedad, asimismo, sin exclusiones. Que sea una clase divertida, placentera, culta, democrática y ‘disfrutona’ depende de nosotros. ¡Construyámosla!
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