1. ¿Qué es el Proyecto Roma?
Definir en qué consiste el Proyecto Roma sería muy fácil, pero no creo que responderá correctamente a lo que venimos haciendo en los centros educativos en la actualidad. En el Proyecto Roma hemos de considerar dos momentos, es decir, un antes y un después. Un antes como proyecto, como idea y un después como realidad y como desarrollo cultural. Hoy en día podemos afirmar que el Proyecto Roma ha dejado de ser una idea (proyecto) y se ha convertido en un instrumento cultural en manos de las familias y del profesorado. Es ya un modelo político-educativo en los diferentes contextos familiares, escolares y sociales. Todo ello está suponiendo un replanteamiento no sólo metodológico, sino ético e ideológico. Más aún, ha supuesto para nosotros, una ruptura epistemológica y una re-conceptualización ideológica en el momento que todos sus protagonistas hemos experimentado cambios en la concepción del mundo y de la naturaleza y en las formas de intervención, participación y compromiso de la misma. Hoy en día es considerado un proyecto moral al que nos dedicamos en cuerpo y alma convencidos de que un mundo mejor es posible. Un mundo donde no haya lugar a la miseria, ni a las injusticias, ni a la marginación, etc., donde se respeten los derechos humanos, la justicia social y la equidad.
De todas formas podemos sintetizar y decir que el Proyecto Roma como experiencia de educación en valores, es un modelo de desarrollo humano y surge con una doble finalidad: por un lado, pretende aportar ideas y reflexiones sobre la construcción de una nueva teoría de la inteligencia, a través del desarrollo de procesos cognitivos y meta-cognitivos, lingüísticos, afectivos y de movimiento (autonomía personal, social y moral) en el ser humano y, por otro, como modelo educativo, su finalidad básica y fundamental se centra en mejorar los contextos familiares, escolares y sociales, desde el respeto a las diferencias humanas como valor y derecho, desde la construcción del conocimiento de manera social, el trabajo cooperativo y solidario, y la construcción de la democracia en las aulas (Comunidad de convivencia y aprendizajes).
En cuanto a la denominación de Proyecto Roma es en honor a la ciudad de Roma, fue allí donde iniciamos el Proyecto en 1990. En Italia, sin embargo, se conoce como Proyecto Málaga. Aunque el origen podemos situarlo a finales de los años setenta cuando como maestro en un colegio de Alcalá de Henares (1978, Madrid) me planteo romper con el concepto clásico de inteligencia, relacionado con las personas cognitivamente diferentes, subrayando que la inteligencia no se hereda, como tampoco ‘la deficiencia’, sino que se construye en función de las oportunidades que tengan las personas y no de acuerdo a sus genes. Lo que heredamos es el germen de las capacidades, pero no las capacidades. Éstas se consiguen por las interacciones de los seres humanos. Por tanto, no venimos predeterminados.
Más tarde, después de conocer a un grupo de investigadores en un Congreso en Berlín (1988, Alemania): Gianni Biondi, Nicola Cuomo y George Alberti, me proponen trabajar con ellos en el Hospital Bambino Gesús de Roma (1990). Y es aquí donde se inicia propiamente el Proyecto Roma.
Solemos decir el profesorado del Proyecto Roma que todo cuanto hacemos en nuestras clases lo hacemos de acuerdo a unos fundamentos teóricos, porque pensamos que sin teoría no puede haber una buena práctica y sin práctica no podemos construir nuevas teorías, por ello la base de nuestra labor es la investigación, la búsqueda, la experimentación. Esto es lo que nos hace profesionales autónomos ya que hacemos aquello que consideramos conveniente con total conocimiento de causa y no lo que las editoriales o cualquier otro “sabio/experto” nos dice qué debemos hacer. Nuestro papel como maestros y maestras no es el de meros aplicadores de teorías de aprendizaje, sino que la base de nuestra labor es la investigación que fundamenta y fortalece la teoría, por eso construimos nuevas teorías a partir de la práctica y de la reflexión de la misma.
Los pilares científicos en los que nos fundamentamos hacen que nuestra práctica educativa recupere su auténtico sentido desde la consistencia antropológica de Lev VYGOTSKY, el rigor epistemológico de Jürgen HABERMAS y, más concretamente, de su Teoría de la Acción Comunicativa (1987), hasta la metodología más coherente con dicho pensamiento como es la concepción de investigación-acción de Stephen KEMMIS y Robert McTAGGART (1988), pasando por el concepto de inteligencia en Alexander LURIA como desarrollo de los procesos lógicos del pensamiento y la teoría sobre el desarrollo y el aprendizaje, así como la síntesis más actualizada del pensamiento de LURIA (1974, 1980) y VYGOTSKY (1977, 1979) que, a nuestro juicio, representa Jerome BRUNER (1990, 1997), al considerar la educación como una forma de culturización en el ser humano donde educador y educando se educan juntos en un encuentro dialógico como afirma Paulo FREIRE (1990), subrayando que el verdadero aprendizaje es aquel que es construido por la propia acción (experiencia) del discente como nos recuerda John DEWEY. Todo ello sustentado en el pensamiento de la Biología del Conocimiento de Humberto MATURANA (Biología del Amor) (1992, 1994).
Entendemos, desde las aportaciones de estos autores, que el origen del aprendizaje es social y, por tanto, los procesos de enseñanza-aprendizaje en el aula han de ser cooperativos y solidarios, nunca individuales ni competitivos, de ahí que el aula sea un espacio de indagación, de construcción, de transformación y de convivencia. Sin olvidar la importancia del cerebro en nuestras clases (neuro-educación), para aprender a darle respuesta a las situaciones problemáticas de la vida cotidiana.
En los 34 años de existencia del Proyecto Roma hemos logrado construir un modelo educativo muy diferente a como se suele desarrollar en las instituciones educativas. Defendemos el proyecto educativo que emana del cumplimiento de los Derechos Humanos (1948) y de los Derechos de la Infancia (1989). Hemos asumido y defendemos el proyecto educativo democrático que emana de ambas leyes y de ahí que nuestra preocupación sea saber qué (Conocimiento) necesita aprender nuestro alumnado, cómo (Arte) debe aprenderlo y el pará que (Ética)de estos aprendizajes. Este es nuestro sentido del currículum escolar y, para nosotras y nosotros, esto no es sólo una cuestión académica, sino ética, porque no tiene que ver sólo con los contenidos curriculares, sino, también, con lo que nos vamos configurando a través de los mismos. De ahí que afirmemos que la doble finalidad de la escuela pública sea aprender a pensar y aprender a convivir juntos a través de los sistemas de comunicación, de las normas y valores que establezcamos democráticamente y se vivan en nuestras clases.
Humanización, democracia y emancipación son los pilares fundamentales que sustentan nuestro modelo y su defensa el objetivo prioritario del mismo, donde la confianza en las competencias cognitivas y culturales de todas las personas y de las culturas minoritarias aviva nuestro deseo e interés en aportar ideas y pensamientos que ayuden en la construcción de una nueva cultura escolar que humanice un poco al mundo deshumanizado en el que nos encontramos y que nos arrastra irremisiblemente a pensar que ‘las cosas son como son y nada se puede hacer ante ello’. Sólo cuando esto se comprende, se actúa. Y eso es lo que venimos haciendo este grupo de personas desde 1990, actuar. Actuar para transformar los contextos.
En fin, decir que el Proyecto Roma no es sólo un conjunto de teorías, principios, estrategias y prácticas en distintos niveles educativos, sino que somos un conjunto de personas comprometidas con lo público que hemos constituido una comunidad crítica, de indagación, convivencia y aprendizajes, desde culturas muy diferentes, lo que nos permite mirar desde la perspectiva de un Nos-Otros común. El sentido de lo común como base de la democracia.
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